Enredaba un mechón de pelo entre sus dedos y bajaba sus ojos al suelo,se le erizaba el vello solo con pensar en la mirada tierna y cómplice de su amado.Mientras su corazón buscaba la manera de mantenerse en su pecho sin llegar a romperse en mil pedazos por el dolor de verse entre los malditos muros que la aislaban del exterior.
Al tiempo que bajaba los ojos bajaba también al piso inferior, detrás el cerrar seco de la puerta de su celda.
Ana de cuando en cuando se entretenía mirando a los pajarillos que se colaban por encima del muro y las alambradas que bebían y se bañaban en los charquitos debajo del viejo grifo donde las internas llenaban grandes cubos amarillos para limpiar la enorme sala de las mil voces,los pájaros se mezclaban con ellas tranquilos como si se hubiesen acostumbrado a vivir entre los muros.
Ana miraba los haces de sol que se filtraban atraves de las rejas e imaginaba que subía en uno de ellos y se escapaba de ese lugar,pero nada mas allá de la cruel realidad.
Los sueños de futuro y sus planes ahí fuera se han vuelto pesadillas hoy y los besos de el y el recuerdo de sus interminables y cálidas charlas con sus amigos en la terraza del café Bruselas, delante de las pequeñas tacitas de espeso y humeante café la hieren , como agudas y finas espinas son esos recuerdos que se clavan sin compasión ninguna en su frágil ya y cansado corazón ansioso de libertad.
Ana se despertaba a menudo temblando y en silencio, se hundía en ese silencio,hacia por no recordar y alrededor del silencio nada parecía tener vida animada ,era pesado,plomizo y gris.
Estar allí era surrealista , carecía de sentido para ella que trataba de mantenerse como si fuese naufrago en una isla y pasar desapercibida entre las demás internas.
Muy a su pesar se iba integrando y aprendía al pasar de los días , se confundía entre esa marea cambiante y ruidosa,intentando no destacar en esa masa humana que al mínimo roce montaba en cólera y se enfrentaban entre si .
Ana siempre había sido responsable de si y de sus actos y nada debía de cambiarla pasase lo que pasase. Sentía la carencia y un miedo profundo a no seguir siendo ella misma y así cada día al levantarse establecía una barrera natural en grandes dosis de supervivencia que la mantuvieran cuerda y pura de mente.
En esos momentos no era libre para ir y venir a su antojo pero se las ingeniaba para tener un poco mas de movilidad y espacio propio atraves de sus dibujos,pintaba los interminables días de mil colores en los inmaculados lienzos así iba y venia adonde se le antojaba ,viajaba atraves de las pinturas de sus cuadros.Esto la consolaba y la hacían sentirse libre por unos instantes. ( Auxi Schubert. ) .
Al tiempo que bajaba los ojos bajaba también al piso inferior, detrás el cerrar seco de la puerta de su celda.
Ana de cuando en cuando se entretenía mirando a los pajarillos que se colaban por encima del muro y las alambradas que bebían y se bañaban en los charquitos debajo del viejo grifo donde las internas llenaban grandes cubos amarillos para limpiar la enorme sala de las mil voces,los pájaros se mezclaban con ellas tranquilos como si se hubiesen acostumbrado a vivir entre los muros.
Ana miraba los haces de sol que se filtraban atraves de las rejas e imaginaba que subía en uno de ellos y se escapaba de ese lugar,pero nada mas allá de la cruel realidad.
Los sueños de futuro y sus planes ahí fuera se han vuelto pesadillas hoy y los besos de el y el recuerdo de sus interminables y cálidas charlas con sus amigos en la terraza del café Bruselas, delante de las pequeñas tacitas de espeso y humeante café la hieren , como agudas y finas espinas son esos recuerdos que se clavan sin compasión ninguna en su frágil ya y cansado corazón ansioso de libertad.
Ana se despertaba a menudo temblando y en silencio, se hundía en ese silencio,hacia por no recordar y alrededor del silencio nada parecía tener vida animada ,era pesado,plomizo y gris.
Estar allí era surrealista , carecía de sentido para ella que trataba de mantenerse como si fuese naufrago en una isla y pasar desapercibida entre las demás internas.
Muy a su pesar se iba integrando y aprendía al pasar de los días , se confundía entre esa marea cambiante y ruidosa,intentando no destacar en esa masa humana que al mínimo roce montaba en cólera y se enfrentaban entre si .
Ana siempre había sido responsable de si y de sus actos y nada debía de cambiarla pasase lo que pasase. Sentía la carencia y un miedo profundo a no seguir siendo ella misma y así cada día al levantarse establecía una barrera natural en grandes dosis de supervivencia que la mantuvieran cuerda y pura de mente.
En esos momentos no era libre para ir y venir a su antojo pero se las ingeniaba para tener un poco mas de movilidad y espacio propio atraves de sus dibujos,pintaba los interminables días de mil colores en los inmaculados lienzos así iba y venia adonde se le antojaba ,viajaba atraves de las pinturas de sus cuadros.Esto la consolaba y la hacían sentirse libre por unos instantes. ( Auxi Schubert. ) .




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