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viernes, 13 de enero de 2012

La increíble historia de la abuelita que por sus nietos se hizo valiente

Erase una vez que se era...( como empiezan casi todos los cuentos ),dos hermanitos lindos como el mismo sol y alegres como los pajarillos en plena primavera.Sus dias  transcurrian felices en el seno de una familia humilde y querida en la pequeña comunidad del sur de Jhutlandia . Entre juegos y travesuras pasaban sus vidas y hacian las delicias de sus papas y la feliz abuela que los mimaba como nadie en el mundo.

La abuela vivía por y para ellos mas aun desde la triste partida de su amado hijo que partió en busca de fortuna en las montañas de las tierras del Norte,ricas en oro y metales preciosos para darles un mejor y mas seguro futuro a los pequeños.
En el pueblo circulaban las historias contradictorias a la inmensa riqueza de la montaña,unos que si  y otros que solo eran historias sin fundamento mas el joven estaba empeñado de ir y su madre intentaba desesperadamente que cesara en su empeño.
Ya llevaban mas de dos meses sin tener noticia alguna del joven y su madre estaba preocupada no sin motivos pues se sabia que las tierras del Norte eran harto peligrosas y apenas exploradas por ser humano,pasaban los días ,los niños cada vez preguntaban mas por su papa y cada vez era mas difícil contestar a tanta pregunta a la abuelita que no podía ya disimular su pena por sus nietecitos.
Así fue como nuestra abuela del cuento tomo la temerosa decisión de partir a las tierras del Norte en busca de su extrañado hijo,se le partía el alma cuando miraba las caritas de los niños y acariciaba la suave piel color canela de sus mejillas a la vez que secaba las lagrimas que salían de esos preciosos pero tristes ojos color del caramelo.
Al cabo de unos días se encontró en el camino de la aldea un caminante que trajo noticias no halagüeñas de que el malvado señor del Norte había hecho capturar a unos aldeanos que merodeaban por sus tierras y las historias sobre este malvado no eran infundadas pues muchos cayeron ya hechizados y esclavizados entre las murallas de su castillo sin saberse mas nunca de ellos.
La abuela ni corta ni perezosa tomo unas viejas y fuertes albardas que lleno con víveres y ropa , las coloco en un recio mulo que usaba en tareas del campo y partió sin despedirse siquiera para no dar mas vueltas al asunto.
Era ya invierno y crudo como no se recordaba ya desde hace tiempo,pero ella aun tenia fuerzas en su cuerpo pues era joven para ser abuela al criar los hijos a temprana edad.era empresa dura pero la necesidad y el deseo de tener de vuelta a su hijo eran mas fuertes que todos los impedimentos...( conti. Auxi Schubert.)





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